lunes, 18 de junio de 2012


Desazón

Todo escapa, se malogra…
Las manos ansían impotentes
pero solo atrapan manantiales de oscuridad
que ocultan hasta la propia sombra.

Entonces escarcha el alma
el dolor embiste,
se instala,
aunque finalmente anestesia.

El tiempo corre
jamás espera.
Un siglo o un instante,
resulta igual.

La piel ya no anhela,
deviene corteza.
El manzano se vuelve estéril
cuando el deseo arma su equipaje.

Entre tanto
la vida resiste, allí mismo,
con irremediable convicción,
como una extranjera en el exilio.

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