Caricias
Hay caricias que hoy reclaman porque dejaron huellas de ausencia,
caricias que alcanzaron el alma, acompañando soledades.
Que cruzaron desiertos y atravesaron mares,
sanando heridas y confortando en el desaliento.
Que aguardaron pacientes ansiados regresos,
acordando nuevos rumbos y sellando pactos definitivos.
Caricias que un día, en la angustia de la orfandad,
se brindaron generosas a dar nueva vida
como profetas de aquel amor fundacional
que finalmente aceptó madurar en la entrega.
Esas mismas caricias hoy regresan a casa
reconocen huellas y renuevan pactos
pero fieles a la misión asumida
no pueden desandar caminos
aunque aún conserven en la memoria
la impronta de aquella dicha
que no registra tiempo ni espacio.
Reconocen aromas,se echan a andar con ansiedad
al escuchar la música del alma
y presurosas por recorrer lugares largamente ansiados,
procuran urgente aquellos senderos aún pendientes.
Se demoran bebiendo el éxtasis
del retorno a la morada tantas veces soñada.
Pero de inmediato se recuerdan peregrinas
y conscientes del peligro de la demora
danzan en un ritual casi agónico
de inmensa felicidad y temor a la muerte.
Sin embargo saben que es imprescindible
contar con la complicidad del invitado a la danza
y que apresarlo significaría definitivamente
su propia extinción.
Hay caricias que hoy reclaman porque dejaron huellas de ausencia,
caricias que alcanzaron el alma, acompañando soledades.
Que cruzaron desiertos y atravesaron mares,
sanando heridas y confortando en el desaliento.
Que aguardaron pacientes ansiados regresos,
acordando nuevos rumbos y sellando pactos definitivos.
Caricias que un día, en la angustia de la orfandad,
se brindaron generosas a dar nueva vida
como profetas de aquel amor fundacional
que finalmente aceptó madurar en la entrega.
Esas mismas caricias hoy regresan a casa
reconocen huellas y renuevan pactos
pero fieles a la misión asumida
no pueden desandar caminos
aunque aún conserven en la memoria
la impronta de aquella dicha
que no registra tiempo ni espacio.
Reconocen aromas,se echan a andar con ansiedad
al escuchar la música del alma
y presurosas por recorrer lugares largamente ansiados,
procuran urgente aquellos senderos aún pendientes.
Se demoran bebiendo el éxtasis
del retorno a la morada tantas veces soñada.
Pero de inmediato se recuerdan peregrinas
y conscientes del peligro de la demora
danzan en un ritual casi agónico
de inmensa felicidad y temor a la muerte.
Sin embargo saben que es imprescindible
contar con la complicidad del invitado a la danza
y que apresarlo significaría definitivamente
su propia extinción.
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