Anoche, mientras te buscaba en la inmensidad oscura del
río con vocación de mar, brotó de pronto una luna gigante y muy roja...
tal vez por la vergüenza de encontrarse con un río que la miraba sumido en la ansiedad
de quien espera desde hace tiempo.
Se asomó de a poco como para mostrarle su rostro brillante y resplandeciente
de alegría por sobre el horizonte del Río de la Plata.
Los dejé solos antes de la madrugada… bailaban abrazados y
se fundían en un solo temblor cuando inicié el camino a casa.
Seguramente la despedida fue muy triste porque todavía a esta hora de la mañana el cielo que fue testigo no ha dejado de llorar.
Seguramente la despedida fue muy triste porque todavía a esta hora de la mañana el cielo que fue testigo no ha dejado de llorar.
Mañana de lluvia de
Domingo, 5 de Diciembre de 2009
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