PRESENCIA
Si acaso pudiera ser como las raíces
que sumergidas en lo oscuro
nutren en silencio y sostienen en pie
la promesa de cada primavera.
O tal vez la savia ignorada
que persevera oculta alimentando la vida
que late silenciosa bajo el amparo de la corteza
para que el nuevo retoño, a pesar de su fragilidad,
sea capaz de anhelar un nuevo amanecer.
Como la madera transformada en tonel
que en el anonimato paciente atesora
el romance con el que vid y alcohol
agradecen la renuncia
entregándose a los labios que besan el cáliz.
Sin embargo aún no he aprendido del amigo otoño
que resigna todo su tesoro convirtiendo en paleta su despojo
para colorear el paisaje devenido ceniza
y sanar rociando con perlas las heridas de cada hoja.
En cambio, en mi afán protagónico de ser tinaja
he desechado presuntuoso la huella del vacío
que ha fundido para siempre, en mi cántaro, tu presencia
cuando tus manos, aquel día, lo modelaron
acariciando el barro de mi alma.
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